La nueva serie de Netflix: La casa de las flores, viene a través de esta moderna plataforma a posicionar nuevamente a las clásicas novelas sudamericanas en la cumbre del éxito.
La casa de las flores, a pesar de tener un aire innovador y contemporáneo, revive las clásicas formulas del género de la telenovela en Latinoamérica, en especial el melodrama, pero en este caso usándolo como un elemento de comedia.
Quien resalta del reparto es, definitivamente, Verónica Castro, un icono de la televisión mexicana. Ella encarna a Virginia de la Mora, la dueña de una de las empresas de flores más reconocidas de la ciudad. Ella y su familia: su marido, Ernesto (Arturo Ríos) y sus hijos, Paulina (Cecilia Suárez), Elena (Aislinn Derbez) y Julián (Darío Yazbek Bernal), representan para toda la comunidad un modelo de familia perfecta, hasta que poco a poco se van descubriendo los secretos que existen detrás de cada integrante de la familia.
El éxito de esta serie se debe a que se crea empatía con los personajes a través de un melodrama que exalta cada una de las situaciones que le ocurren a la familia de la Mora y sus allegados. Se destaca por ser una serie ligera que disfrutas sin mayor tensión narrativa, por lo que te atrapa al instante y no te cansas de verla hasta que llegas al final. La trama no es muy compleja y las situaciones que enfrentan los personajes no tienen más finalidad que entretener momentáneamente al público, cosa que logran bastante bien.
Al final, genera la controversia de si es una serie realmente buena o si es tan exageradamente mala que llega a ser buena. Lo que sí se puede afirmar es que es altamente adictiva y que te sacará más de una buena carcajada.